No es fácil entender la teoría de la relatividad de Einstein. Ni la espacial ni la general. Quizás no sea fácil para mí que debo tener una mente obtusa, torpe, roma y con poca capacidad intelectual para la abstracción.
La teoría de la relatividad de Einstein incorpora una cuarta dimensión, el llamado espacio-tiempo a las tres dimensiones (arriba-abajo, derecha-izquierda, adelante-detrás) y demuestra que el tiempo es diferente en función de la velocidad.
Es, asimismo, de difícil comprensión, explicar el valor relativo que un mismo euro tiene para unos y para otros.
Los Ecclestone, la familia de Bernie – el magnate de la Formula 1 – dicen que no son ricos. Sólo tienen 28.500 millones de euros. Al parecer las hijas acaban de comprarse sendas casas que vienen a valer cada una de ellas algo más de 60 o 70 millones de euros.
Supongo que hay que reformarlas y dotarlas de mucho servicio, domótica, coches, muebles, helipuerto, ropa y vete tu a saber. En definitiva, mucho dinero y mucho stress.
Lo siento por ellas, prefiero mi humilde serenidad dominguera.
Entiendo perfectamente a los Ecclestone y esa sensación de inseguridad que debe darles sus 28.500 millones de euros. Lo comprendo, y te prometo que no es gracias a Einstein y te prometo que tampoco es una broma.
Conozco a muchos, entre lo cuales me incluyo, que hemos tenido la misma sensación de Bernie y su familia. Tienes más de lo que necesitas y aún así quieres más porque sabes que tu capacidad de gastar es ilimitada e incluso te pones a compararte con otros.
Conozco y me veo con personas que les pasa lo mismo que a las hijas de Bernie y sé que es una enfermedad de difícil curación, bastante desarrollada y propia de nuestra sociedad.
El caso es que el mismo euro en la misma ciudad tiene valores muy diferentes.
Me pregunto si tiene que ver con la velocidad a la que vives. Según Einstein, a mayor velocidad el tiempo pasa más lentamente.
Según humilde servidor el caso de Bernie y su extendida enfermedad quizás demuestre lo contrario.
¡Viva el Partido del Sentido Común!
Qué decir… Me recuerda ese chiste que dice: “En realidad, lo más importante en la vida son las pequeñas cosas: una pequeña mansión, un pequeño Ferrari, un pequeño yate…”