Tengo una amiga octogenaria que me ha contado algo que me ha hecho gracia.
Mi guapa y querida amiga tiene dos amigas – también octogenarias – que comentan la situación actual con dos prismas bien diferentes.
Una de ellas argumenta que la crisis no existe. Los restaurantes están llenos y la crisis es una falacia, una mentira, una exageración.
Su otra amiga se lamenta por el Gobierno que nos toca sufrir. “¿Dónde vamos a ir?, esto es un desastre”. Dice que los restaurantes están vacíos y que las tiendas cierran una detrás de otra.
Has acertado.
Una, la primera, es fiel votante del PSOE y enemiga de todo lo que huela al PP. La otra, la segunda, discrepa de todo lo que no esté a la derecha de Aznar y asocia el socialismo con la perversión.
Mi amiga octogenaria es una de los votos seguros con los que cuenta el Partido del Sentido Común. Quiere mucho a sus dos amigas que no se conocen entre sí, supongo que si se conocieran no se aguantarían más de cuarto y mitad de conversación.
Ella, entre risas, manifiesta que mientras le quede salud piensa seguir pensando.
Sus encantadoras amigas no necesitan pensar, ya saben qué van a votar hasta el día de su muerte.
¡Viva el Partido del Sentido Común!