Hemos escuchado (tú, yo y muchos más) a unos cuantos políticos diciéndonos que no debemos preocuparnos.
Saldremos de la crisis, saldremos adelante, dicen.
Y la razón que nos dan es que “España es un gran país, que siempre hemos salido adelante” y acaban con un copión “Nosotros podemos”.
Nos tratan como alevines de un equipo de fútbol. Puedo imaginar a un entrenador de chavalines diciéndoles a sus jugadores que “nosotros podemos” sin enfatizar demasiado en la estrategia y sin utilizar pizarra para explicar qué deben hacer.
No me puedo imaginar, en cambio, a ningún director de una empresa reuniendo a sus subordinados ante la eventualidad de una situación adversa y diciéndoles: “No os preocupéis. Saldremos adelante, como siempre. Nosotros, podemos”.
Supongo que los subordinados se mirarían incrédulos y áquel que pudiera salir por piernas de la empresa, lo haría. El director no les merecería ningún crédito. Sí, quizás, alguna simpatía lastimera, compasiva.
No me imagino diciéndole a ninguno de mis hijos ante un posible suspenso “Tú, puedes”, sin indicarle ningún cambio en el hábito de estudio o en su actitud.
Si así lo hiciera, mi hijo me consideraría un bluff de padre y un voluntarista empedernido.
Nos hemos acostumbrado a las palabras vacuas y a convertir un slogan en el eje de la estrategia. Como si el “Nosotros podemos” encerrará en su seno a un mago al que pudiéramos pedir multitud de deseos.
Los ciudadanos entendemos más de lo que ellos se piensan. Y queremos, deseamos que ellos nos entiendan mejor a nosotros.
Mi amigo Angel dice que los políticos le resultan ajenos. No hay mejor manera de definirlos.
¡Viva el Partido del Sentido Común!